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Marcelino González habla sobre su apasionante libro sobre los pequeños barcos de principios del siglo XVI (SND). Por Javier Navascués

Marcelino González habla sobre su apasionante libro sobre los pequeños barcos de principios del siglo XVI (SND). Por Javier Navascués

Marcelino González es capitán de navío retirado. Nació en Narón (Coruña) en 1943. Ingresó en la Escuela Naval en 1961. Especialista en Armas Submarinas, diplomado en Guerra Naval y en la Escuela de Defensa OTAN de Roma, ha desempeñado diversos mandos y destinos en tierra y a flote, en España y en el extranjero. Es vicepresidente de la Real Liga Naval Española, numerario de la Real Academia de la Mar, correspondiente de la Academia de Ciencias y Artes Militares, vocal de la Junta Facultativa del Instituto de Historia y Cultura Naval, y miembro de varias asociaciones, entre ella la Asociación Española de Escritores Militares. Desde enero del año 2002 hasta marzo del 2008 (en que pasó a situación de retiro) fue subdirector del Museo Naval de Madrid, del que actualmente es consejero colaborador. Además de ser dibujante, pintor e ilustrador, es escritor y conferenciante, ha publicado numerosos artículos, ha colaborado en la edición de diversas publicaciones, y es autor de quince libros, sobre todo, de tema histórico y naval, de los que el último, "Doce Marinos Gallegos”, fue publicado en el año 2021.

¿Por qué un libro sobre la vida en un barco del siglo XVI?

Estamos conmemorando el V centenario de la primera vuelta al mundo, que inició Magallanes en septiembre de 1519 con 5 naos, y finalizó Elcano en septiembre de 1522, regresando con una de aquellas naos, La Victoria, cargada de especias, después de haberle dado toda la vuelta a la Tierra por primera vez en la historia. Fue la mayor aventura del hombre sobre la superficie de la tierra en toda su existencia, y lo hizo con una nao. Por esta razón me puse a investigar como podía ser la vida en uno de aquellos pequeños barcos de principios del siglo XVI. He escrito libros y artículos sobre la nao Santa María de Colón y la Victoria de Elcano, y he dado conferencias sobre la vida en dichos barcos. He reunido mucha información, y poco a poco fue surgiendo el libro.

¿Qué tipo de fuentes ha utilizado para dar respuesta a un tema tan interesante?

He utilizado muchas fuentes. Hay muchos libros que hablan sobre los barcos de aquella época bajo diferentes enfoques: construcción naval, modelos, pasajeros a Indias, rescate de mercancías hundidas, enfermedades a bordo, hundimientos, etc. Y existen documentos en el Archivo de Indias y en otros archivos, que proporcionan información sobre los barcos y sus viajes en la Carrera de Indias, en el Galeón de Manila y en otras rutas, manifiestos de carga, pleitos, etc. También hay relatos de cronistas que viajaron en la expedición de Magallanes como Pigafetta o Mafra, y viajeros posteriores que han dejado unos testimonios muy útiles para saber cómo era la vida en aquellos barcos. No son abundantes, pero ahí están. Integrando toda esta información se puede escribir algo como lo que yo he hecho

¿Qué es exactamente una nao y qué estructura tenía?

Una nao era un barco de madera y vela, de bordas altas, ancho, sin remos, de unos veintipocos metros de eslora o largo, timón axial, una cubierta corrida de proa a popa, una cubierta parcial sobre la corrida a proa o cubierta del castillo, otra similar a popa o cubierta de tolda, con cofa y tabla de jarcia en el palo mayor. Servía para el transporte de personal y carga, para la guerra, y por su pequeñez y relativamente escaso calado, era útil para exploraciones y descubrimientos.

¿Cómo podían esos barcos cruzar los mares y los océanos, atiborrados de gente, en viajes que a veces podían durar varios meses?

Eran barcos pequeños pero robustos, construidos con muy buenas maderas, por carpinteros de ribera altamente experimentados, dentro de gremios o clanes familiares que se guardaban los secretos para ellos. Había mucha experiencia en su construcción, sobre todo en el Cantábrico. Y había muchos marineros muy experimentados, que habían empezado como pajes con 8, 10 o 12 años, ascendían a grumetes sobre los 16 años, y con 20 años eran marineros titulados. Se trataba de muy buenos barcos de madera gobernados por hombres de hierro. Aunque había mucha gente que moría por las más variadas causas, y, a veces, una enfermedad infecciosa era un terrible desastre y una gran calamidad a bordo

¿En qué condiciones vivían sus tripulantes?

Tanto los tripulantes como los pasajeros, si los había, vivían hacinados, con una total falta de higiene y una terrible ausencia de intimidad, atacados por parásitos y roedores, en viajes largos pasando sed y hambre. La vida en cubierta, con frío, calor, lluvia, rociones, sol, junto con los parásitos, el ambiente insano de la bodega, y la falta o mal estado de los víveres, daban lugar a gran cantidad de enfermedades que llevaban a muchos a la muerte. Las enfermedades, el miedo, el mareo, la soledad, la añoranza…, eran unas constantes en aquellos viajes.

¿Estaban muy diferenciadas las clases sociales?

Dentro de los miembros de las tripulaciones, las clases sociales estaban perfectamente marcadas. Entre los pasajeros , salvo contadas ocasiones si alguno era muy rico e influyente, las diferencias de clase tendían a desaparecer a la misma velocidad con que las camisas se iban rompiendo y cubriendo de mugre por falta de higiene. Por otra parte, los pasajeros estaban mal vistos por los tripulantes, que los consideraban unos estorbos y no los solían respetar.

¿Cuáles eran las principales dificultades y peligros que tenían que afrontar?

En los viajes largos, las grandes dificultades que tenían que pasar eran debidas a la escasez de víveres y agua. Aunque los barcos solían salir bien aprovisionados, los víveres frescos pudrían o fermentaban en poco tiempo y se perdían, y los víveres secos, salados o ahumados, podían ser pasto de las ratas, cucarachas, gusanos, gorgojos y demás fauna de a bordo, o se podían contaminar con la fetidez del agua de las sentinas. Y el agua, a los pocos días de estar en barriles en la bodega, se convertía en algo cenagoso y maloliente.

Al desaparecer los víveres frescos y quedar la dieta reducida a víveres secos y galleta, se producía una gran falta de vitamina “C” que llevaba al escorbuto, y de éste a la muerte. El hacinamiento, la suciedad, la falta de ropa, los alimentos en mal estado, el aire viciado de la bodega y los parásitos, eran causantes de muchas enfermedades.

Entre los peligros estaban los temporales, los bajos, las aguas restringidas, o las vías de agua al aflojarse las costuras o pudrirse las maderas de los cascos, que podían provocar el hundimiento de los barcos. La gente era consciente de que la separación de la vida y la muerte eran los 8 o 10 centímetros de ancho del forro del barco.

Otro peligro lo representaban los piratas y corsarios. El hecho de que en el horizonte apareciera una vela, desataba todo tipo de miedos y temores.

¿En qué medida los viajes cómodos de ahora han hecho que se pierda el espíritu de aventura y de conocer nuevos lugares, hoy que todo el mundo está descubierto?

Yo creo que el espíritu de aventura no se ha perdido del todo. Es verdad que hay mucha gente que si no pisa asfalto se siente perdida. También es verdad que todo el mundo está descubierto, pero mucha gente no lo conoce. A mi me gusta viajar, y en mis viajes me he encontrado con gente de todas las edades, que estaba encantada al redescubrir nuevos lugares que no conocía. En realidad, hay gente para todo.

Hay que pensar, por otra parte, que la mayoría de la gente que viajaba en aquellos tiempos, no lo hacía por la aventura, lo hacía por necesidad, para escapar del hambre y de la miseria, y para tratar de buscar un futuro mejor.

¿A qué cree que se debió el dominio marítimo de España?

A estar rodeada de mar en gran parte, y a la necesidad que sintió por encontrar algo más allá de sus costas, y de explotar los hallazgos que iban apareciendo. Aragón no dudó en echarse a la mar y expandirse por el Mediterráneo. Y Castilla, en cuanto terminó la llamada “Reconquista”, tampoco dudó en hacerlo por el Atlántico. Y tras el descubrimiento de América y la unión de los reinos bajo una sola corona, España se volcó en el Nuevo Mundo primero, y en el Pacífico, con las Filipinas, después.

De esa forma se labró parte del imperio de otros tiempos. España comprendió que el conocimiento de la mar era signo de sabiduría, su uso era muestra de poder y su explotación era una gran fuente de riqueza. En esa convicción trató de dominar la mar hasta donde le fue posible, y mientras lo hizo fue grande.

¿Qué es lo que aporta el libro a todo lo que se ha escrito hasta ahora?

El libro hace una recopilación de mucho de lo que sobre el tema se ha escrito hasta ahora; no de todo, porque sería utópico intentarlo, y en lugar de un libro tendría que ser una enciclopedia. Pero dentro de sus limitaciones estudia la vida en una nao del siglo XVI bajo todos los aspectos: barco, descripción, construcción, instrumentos, elementos a bordo, navegación, mercancías, gente (tripulación, guarnición, pasaje), vida a bordo, alimentación, higiene, sanidad, mantenimientos, reparaciones, seguridad, armamento, combates, naufragios, salvamentos, sexualidad, religiosidad, justicia, disciplina, castigos, tiempo libre, distracciones, juegos, etc.

El libro aporta la posibilidad de tener reunida en un solo volumen, la información necesaria para adquirir un buen conocimiento de cómo era una nao del siglo XVI y como se vivía en ella. Algo que es desconocido para la gran mayoría de la gente.